Como decíamos, el 28 de junio es la fecha en que se conmemora el aniversario de la rebelión de STONEWALL de 1.969. En España, la primera manifestación de ORGULLO GAY tuvo lugar en Barcelona en 1.977, tras la feliz pero tardía muerte del dictador Franco y el ocaso de su régimen.
Esta primera manifestación fue denominada “Día del Orgullo Gay” y su convocatoria partía del Front d`Alliberament Gai de Catalunya (FAGC). Esta manifestación fue brutalmente reprimida por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, aún introducidos en el paladar franquista y negados a madurar pasando a nuevo escenario político creado por la Democracia. Quedaría todavía años para que dicho progreso tuviese lugar, para esta institución y para las fuerzas armadas.
En 1.978 se convoca en Madrid un acto similar, esta vez convocado por el Frente de Liberación Homosexual de Castilla (FLHOC) produciéndose una de las mayores manifestaciones del ORGULLO GAY hasta la fecha con un número, según los medios de comunicación de la época, cercano a las 7.000 personas. Todo un hito. En este mismo año también se producen manifestaciones el 28 de junio en Barcelona, Bilbao y Sevilla. ¿Para cuando tendremos de nuevo actos de este tipo en nuestra ciudad?
Hasta los años ochenta, el núcleo reivindicativo era la Ley de Peligrosidad Social (LPS) y con gran connotación reivindicativa, política y, sobre todo, antifranquista. La LPS, paradójicamente, sigue siendo uno de los retazos opresivos de la dictadura que tarda más en ser exterminada. Habían adquirido derechos individuales muchos sectores de la sociedad, se respiraba, por fín, libertad, pero los homosexuales seguían siendo tratado como criminales.
A mediados de la década, los movimientos reivindicativos de homosexuales y lesbianas, dejan de estar unidos y empiezan una andadura nueva en que el movimiento gay se verá disminuido. Los 28-J se celebran pero secundado por tan sólo unos cientos de personas, pierde fuerza por la falta de unidad de acción, las diatribas entre unos y otros por la forma ideal de seguir la lucha de nuestros derechos.
No será hasta entrados los años noventa cuando un movimiento regeneracionista, con nuevas formas de llevar la lucha, consigue unificar la acción y desarmarizar a gran número de homosexuales, lesbianas, transexuales y bisexuales. Las manifestaciones del 28-J comienzan a masificarse y tomar colorido. Las transigencia y tolerancia dentro del propio movimiento gay con el propio colectivo, increíble pero cierto, consigue reactivar el apoyo de nuestra comunidad.
Hasta la fecha, el año 2.005, has sido en el que ha tenido lugar el mayor 28-J de nuestra historia. Más de dos millones de personas se congregaron en Madrid impulsados por un año de masacrarnos con crueles e histriónicos comentarios por las hordas más reaccionarias e involucionistas de nuestra sociedad. Se tocaba el epicentro de la heterosexualidad, el matrimonio, se modificaba una institución impuesta socialmente para controlarnos y se abre a una orientación sexual que ha hecho gala de la libertad en las relaciones sexuales. Con suerte los homosexuales liberaremos al ser humano de uno de los lastres contra la libertad introducido socialmente. Al final seremos tratados como héroes al firmar nuestro particular RIP al matrimonio tradicional.
El movimiento institucionalizado en defensa de nuestro derecho termina un camino de “normalización” por otro educativo. Tenemos mucho que aportar.
Esta primera manifestación fue denominada “Día del Orgullo Gay” y su convocatoria partía del Front d`Alliberament Gai de Catalunya (FAGC). Esta manifestación fue brutalmente reprimida por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, aún introducidos en el paladar franquista y negados a madurar pasando a nuevo escenario político creado por la Democracia. Quedaría todavía años para que dicho progreso tuviese lugar, para esta institución y para las fuerzas armadas.
En 1.978 se convoca en Madrid un acto similar, esta vez convocado por el Frente de Liberación Homosexual de Castilla (FLHOC) produciéndose una de las mayores manifestaciones del ORGULLO GAY hasta la fecha con un número, según los medios de comunicación de la época, cercano a las 7.000 personas. Todo un hito. En este mismo año también se producen manifestaciones el 28 de junio en Barcelona, Bilbao y Sevilla. ¿Para cuando tendremos de nuevo actos de este tipo en nuestra ciudad?
Hasta los años ochenta, el núcleo reivindicativo era la Ley de Peligrosidad Social (LPS) y con gran connotación reivindicativa, política y, sobre todo, antifranquista. La LPS, paradójicamente, sigue siendo uno de los retazos opresivos de la dictadura que tarda más en ser exterminada. Habían adquirido derechos individuales muchos sectores de la sociedad, se respiraba, por fín, libertad, pero los homosexuales seguían siendo tratado como criminales.
A mediados de la década, los movimientos reivindicativos de homosexuales y lesbianas, dejan de estar unidos y empiezan una andadura nueva en que el movimiento gay se verá disminuido. Los 28-J se celebran pero secundado por tan sólo unos cientos de personas, pierde fuerza por la falta de unidad de acción, las diatribas entre unos y otros por la forma ideal de seguir la lucha de nuestros derechos.
No será hasta entrados los años noventa cuando un movimiento regeneracionista, con nuevas formas de llevar la lucha, consigue unificar la acción y desarmarizar a gran número de homosexuales, lesbianas, transexuales y bisexuales. Las manifestaciones del 28-J comienzan a masificarse y tomar colorido. Las transigencia y tolerancia dentro del propio movimiento gay con el propio colectivo, increíble pero cierto, consigue reactivar el apoyo de nuestra comunidad.
Hasta la fecha, el año 2.005, has sido en el que ha tenido lugar el mayor 28-J de nuestra historia. Más de dos millones de personas se congregaron en Madrid impulsados por un año de masacrarnos con crueles e histriónicos comentarios por las hordas más reaccionarias e involucionistas de nuestra sociedad. Se tocaba el epicentro de la heterosexualidad, el matrimonio, se modificaba una institución impuesta socialmente para controlarnos y se abre a una orientación sexual que ha hecho gala de la libertad en las relaciones sexuales. Con suerte los homosexuales liberaremos al ser humano de uno de los lastres contra la libertad introducido socialmente. Al final seremos tratados como héroes al firmar nuestro particular RIP al matrimonio tradicional.
El movimiento institucionalizado en defensa de nuestro derecho termina un camino de “normalización” por otro educativo. Tenemos mucho que aportar.
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